El partido de la Selección ante Chile tuvo una gran ganadora: Santiago del Estero. El moderno Estadio Madre de Ciudades logró una calificación de excelencia en la primera visita del combinado nacional a dicha provincia. Es una cuestión objetiva y evidente. Pero debe ser resaltada.
Esto permitió una victoria ante los profetas del odio. El filósofo polÃtico Arturo Jauretche los definió como los sujetos incapaces de compartir la felicidad. En este caso, la felicidad es la Selección Nacional. Y en esta historia, los profetas del odio son aquellos porteños y aquellos provincianos unitarios que consideran que Santiago del Estero es indigna de albergar al equipo capitaneado por Lionel Messi.
Para ellos, el seleccionado sólo debe competir en el Conurbano, Santa Fe, Córdoba y quizás Mendoza. A sus ojos, Santiago del Estero es habitada por argentinos de segunda clase, seres indignos del disfrute destinados al olvido, que no merecen tener a la «Albiceleste» en su suelo ni un estadio de primer nivel internacional.
Sin embargo, el cotejo en el Madre de Ciudades, elogiado por Messi, les dio un baño de realidad. Por sà habÃa alguna duda, volvió a quedar demostrado que la Selección es patrimonio de toda la Argentina, por más que les pese a los profetas del odio. Esa es la victoria de ayer. Juan Felipe Ibarra, el histórico caudillo santiagueño que desafió al centralismo de Rivadavia, estarÃa bien contento.
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